bernardo lopez

I

INVOCACIÓN

Espectros de los años que pasaron

¡oh, pálidos espectros!,

que en estas pardas piedras seculares,

dormitorios del Tiempo,

venís para llorar vuestra nostalgia

de pálidos recuerdos:

parad vuestro desfile; yo os conjuro,

rasgad vuestro silencio.

Volved a ser palpitaciones vivas,

hálitos, llamas, hielos,

pasiones, esperanzas, luchas, glorias,

caídas, remordimientos.

Que vuelva a ser lo que al morir dejasteis

de vuestra esencia lleno:

temblores de suspiros en el aire,

pentagramas de acentos,

rumor de vuestros pasos por las piedras,

sombras de vuestros cuerpos.

Amaneceres malvas en los montes,

mediodías de fuego.

campanadas del Ángelus serenas,

lentamente cayendo

entre esquilas de recuas que regresan

de los cercanos huertos.

Y cantares de niños en la tarde,

‑¡ay, niños, hoy ya viejos!-

que jugaban a guerras de carlistas

en plazas de silencio.

Volved a ser, ¡oh, pálidas doncellas!

de románticos sueños,

las de dulces ternuras en los ojos

y terciopelos negros,

las de eternos bordados de suspiros

en salones de hielo.

Volved a ser, ¡oh, rimas del poeta,

en dulces labios trémulos!

Estudios de Chopin, llorad marfiles

sobre el teclado del piano abierto.

Y con los sones de las blandas notas,

¡oh, pálidos espectros!,

haced de nuevo la comedia antigua

de aparentar vivir o de ir muriendo.

En mi mano, pincel será la pluma

y las cuartillas, lienzos,

y coloquio será con el Poeta

el discurso rimado de mis versos.

II

LA CIUDAD

JAÉN, la cenicienta de heráldicos solares, 

ceñida de empolvados y grises olivares

antiguos peregrinos de un quieto caminar.

Getsemaní de plata, postrado de rodillas

entre las duras tierras, rojizas y amarillas,

que se hicieron montaña para servir de altar.

Del monte gris y verde, sentada en la ladera,

como una hermosa triste que sueña una quimera,

como una hurí cautiva que implora redención,

esperando que llegue su príncipe, algún día,

y le arranque la espina de su monotonía,

que el tiempo le ha clavado junto a su corazón.

Jaén, la bienamada de siglos de sosiego;

la de patricios lares y la de hogar labriego,

do ubérrimos maduran los frutos en agraz,

do yacen las espadas junto a los pergaminos

y tienen las estancias olores de molinos

y hay bajo los escudos un símbolo de paz.

Varón de Andalucía con alma castellana,

que canta con el Betis y con el Guadiana,

con estrofas de Herrera y liras de Fray Luis.

En los cercanos huertos de mansas claridades,

el otro Luis pudiera decir sus Soledades,

y sus místicas coplas Fray Yepes repetir.

Que una noche de estrellas, en su, hontanar cercano,

para abrevar Rocino vino Alonso Quijano

en busca de gigantes con los que pelear,

Mas al pasar su sombra de aventura andariega,

la tierra, por ser suya, se hizo un poco manchega,

y al mirarla el Hidalgo, no se quiso marchar.

Así, viril y austera, heroica y dulce y fuerte,

aprendiendo en la vida la lección de la muerte;

para orar, de rodillas, y en la lucha, de pie,

fue la Ciudad que un día vio cruzar sus caminos

al fecundo Poeta de los tristes destinos,

de la voz poderosa que alentaba la Fe.

III

EL POETA

Negra ropa, aire severo,

noble gesto y continente,

alta y fruncida la frente,

vivo y profundo el mirar.

Mudo, triste y solitario,

en la plaza recoleta

anda vagando el poeta

sin ver las horas pasar.

Alza el Templo soberano

a un lado su arquitectura,

yérguese al otro la altura

coronada por la Cruz,

y entre ambas moles gigantes,

Bernardo el alma divide

y al Templo y al Monte pide

una centella de luz.

¡Pobre el alma torturada,

en su soledad desnuda!

¿Hoy tiene sitio la Duda,

Bernardo, en tu corazón?

Trémulo el pecho te agita….

mas, ¿qué puede, Duda, qué,

si es tan robusta la Fe,

tan alta la inspiración?

Hunde en la niebla su frente

lívida la Duda impía,

triunfa la Fe; la Poesía

tiene un beso virginal,

y a los conjuros del Arte,

en la plaza recoleta

le va naciendo al Poeta

su Canto a la Catedral.

Irán los años pasando

con su carga de dolores,

otra tierra y otros amores

oirán tu verso también.

Mas tu alma, Bernardo, queda

presa en la melancolía

de una vez que la Poesía

te dio su beso en JAÉN.


En Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 20, abril-junio 1959. Pp. 9-13.

Composición premiada en el Certamen literario convocado por la Sección 4ª del Instituto de Estudios Giennenses con motivo de la Fiesta de la Poesía celebrada en Jaén el 21 de marzo, 1959. Publicada también en Paisaje 107-108, noviembre 1958- abril, 1959. Pág. 1972-1975.